sábado, 14 de enero de 2017

ELOGIO DE LA BICICLETA.

“Hoy voy a ser tu poeta, mi gran amor bicicleta” le cantó el músico uruguayo Martín Buscaglia a esta compañera de dos ruedas. Y como él, lo hicieron desde Yves Montand, pasando por Queen,  hasta Shakira. No faltó un tango dedicado a una bicicleta que había costado dos mil pesetas y corría más que un tren, compuesto por  Antonio Rodríguez Martínez y popularizado por Ángel Villoldo en 1910.
En nuestra ciudad el caso fue muy particular. Punta Alta fue, sin eufemismos, la ciudad de las bicicletas hasta bien entrada la década del sesenta, en que comenzó a poblarse de motocicletas y automóviles.
Este modesto medio de locomoción era usado por los obreros que trabajaban en Puerto Belgrano, como así también por los militares que concurrían diariamente a las naves. Era común, en los primeros años de nuestra vida como pueblo, ver al legendario práctico naval Luis Alimonda pedalear desde su casa en 25 de Mayo, entre Mitre y Luiggi, hasta su puesto en los remolcadores. Dejaba la bicicleta en los muelles y se dedicaba a guiar, con la misma sencillez, a  los monumentales acorazados de la flota de mar por la traicionera ría. Hizo esto, miles de veces durante su carrera.
Cuenta el Gran Álbum de Punta Alta 1898-1941 que la señora Magdalena Páez de Ilacqua tenía instalado un negocio de venta de bicicletas y accesorios  que era de los más importantes en nuestro medio. Esto da a entender que había varios comercios más en este ramo. El local contaba, además, con un taller anexo para la reparación y el mantenimiento de los rodados.
Los redactores de la publicación de Crespi Valls, destacaban de manera especial “el poderoso incremento que ha tomado la bicicleta en la ciudad, ya como vehículo de paseo ó medio de transporte para los obreros de la Base Naval”. La “Casa Ilacqua” había sido fundada por Santos Ilacqua en el año 1923 con una gran visión de futuro, representando las marcas más conocidas, con un surtido completo de repuestos. La bicicletería estaba ubicada en la primera cuadra de calle Rivadavia.
En 1938 apareció un artículo titulado “Son las cinco y la bicicleta” en el periódico “La Nueva Época”. En él se relataba cómo a diario, casi todos los hombres de Punta Alta iban en bicicleta a los talleres de la Base Naval donde trabajaban. Iban desde distintos lugares y distancias para confluir en el mismo punto. Al llegar, dejaban a un lado sus rodados y se sumergían en el fragor de los tornos, los yunques y los martillos. Hasta que a las cinco sonaba un silbato y, como por arte de magia, todo se detenía. Entonces comenzaba otra actividad. Un sordo rumor creciente de caucho y llantas sobre el primitivo adoquinado. Y una muchedumbre cansada que salía impulsada al ritmo de los pedales hacia las barreras, del otro lado de las vías. Eran cientos, tal vez miles, incontenibles, como una marea humana. Eran tantos que hasta Perón, un día, quiso venir a verlos. Y lo filmó, para la posteridad, el noticiero Sucesos Argentinos. El articulista culminaba su nota reflexionando que eran hombres que dejaban por un momento de trabajar para la guerra y regresaban a sus hogares para trabajar por la paz. El autor del artículo era Floreal Ferrara, hijo de Pedro Ferrara, precursor del fomentismo en Punta Alta, y con el tiempo médico sanitarista y ministro de salud de la provincia de Buenos Aires. Tenía quince años cuando escribió el texto.
El sábado 28 de junio de 1947, la Nueva Provincia relataba la llegada de un grupo de inmigrantes italianos procedentes de Milán. Venían a trabajar como técnicos de aviación en Puerto Belgrano. Se los alojó en un complejo de viviendas sito en Arroyo Pareja, que estaban desocupadas. En medio del abanico de actividades desplegadas por los recién llegados, a los cronistas les llamó la atención el ir y venir de Vito Nebbioli en una soberbia legnano verde oliva. De retozar por la vía Dante, vino a bicicletear por nuestro balneario.
Lo cierto es que la bicicleta se convirtió en una vecina más. Uno se tomaba una foto en la calle y, seguro, salían una o dos bicicletas pasando. Hay postales viejas donde sólo bicicletas transitan por la calzada y otras donde se las ve estacionadas por decenas. Ni hablar de la consabida salida de los operarios de la base. Dentro del ámbito del Puerto Militar la bicicleta también era una presencia familiar. Hay fotos donde se las ve aparcadas junto a los aviones que van a despegar, ó en la dársena, con los barcos a la vista.
Recuerdo, a finales de la década del sesenta, que la bicicleta era el juguete predilecto de los niños. Casi no circulaban automóviles y las unidades de colectivos eran escasas. No había peligro.
Es una suerte que en Punta Alta la población se movilice, cada tanto, para festejar el día mundial de la bicicleta. Ello ocurre los 19 de abril. Claro que para nosotros, los puntaltenses,  el festejo tiene otra connotación. Recordamos a los pioneros de la base, a los trabajadores de la ciudad, a nuestros mayores, a los que pedaleando uno al lado del otro soñaron con una gran ciudad. Es una manera de seguir viendo nuestro pasado, ese eterno ciclista solo, que repecha las calles por las noches, parafraseando al poeta Horacio Ferrer.

Referencias:
“Certezas, incertezas y desmesuras de un pensamiento político. Conversaciones con Floreal Ferrara” por Maristella Svampa, Ediciones de la Biblioteca Nacional, 2010.
“Gran Álbum de Punta Alta 1898-1941” por Crespi Valls, 1941.
Caras y Caretas nro. 1649 del 10 de mayo de 1930 páginas 10 y 11.


La bicicleta, un negocio sobre ruedas. Casa Ilacqua en 1923. La foto, del Gran Álbum de Punta Alta, no es buena. Pero se aprecia la importancia del comercio.

Esta foto de Caras y Caretas, es maravillosa. En ella se ve a Luigi Alimonda, el primer práctico de la Base Naval, en bicicleta por una avenida de Puerto Belgrano en 1930.

Un avión Curtiss en 1919. -Si no arranca, te acerco en la bici.

Dornier Wall en 1928. Lanzan el avión por la rampa y se hacen una escapadita en bici hasta el galpón a tomar unos mates.

Esta escena identifica una época. La salida de los obreros. Aquí, antes del puesto 2, en zona reservada.

Otra vista de la famosa salida de los obreros. El paso a nivel de Colón e Irigoyen. El puesto 2 no existe.

El silbato de las cinco ya sonó. A pedalear, que se acaba el mundo.

El teatro Español, y un solo de bicicletas bajo las nubes.

Esta foto, ya entrados los sesenta, refleja la lucha a contramano entre bicis y autos.

Hermosa foto que subió un usuario del Centro de Nativos Puntaltenses a Internet. Sonrisas y empedrado en Irigoyen y Passo. Y la bici, por supuesto.

Otra hermosa foto particular, de un niño en Gottling en 1966. 

Otra bella foto particular. Mis suegros en un mundo de bicicletas y sonrisas de felicidad. No importa el año. Es para siempre.

Día de la bicicleta del año 2014. Saliendo de la base igual que nuestros abuelos. Foto de Periodismo en Redacción.

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