Londrina es una hermosa ciudad del
estado de Paraná, en Brasil. En el Cementerio Evangélico, descansa para
siempre una luchadora, una pionera de la educación, una maestra. Fue la primera
directora de la escuela nacional número 99, primera escuela de la Ley Láinez en
Punta Alta. Se llamaba Esther Cresci.
La Ley Láinez, promulgada en 1905,
establecía la creación de escuelas primarias nacionales en las provincias. En
este marco, los docentes incorporados al plan, eran trasladados muchas veces
sin consulta previa, a los puntos más distantes de nuestro mapa. Así fue como
en marzo de 1911 Esther recaló con sus cuadernos y sus sueños en Punta Alta.
Esther Cresci nació en 1886 en Ogliastro
Cilento, Italia. Su nombre, junto al de sus hermanos, aún puede leerse tallado
en piedra a la entrada de los viñedos familiares. Muy niña emigró con sus
padres a Sudamérica. En Uruguay hizo sus estudios de magisterio que completó
en Argentina. Tras dos años de trabajo en nuestro país ascendió a directora. La
docencia era su vida.
Su misión en nuestro terruño era
organizar la Escuela Nacional 99 recientemente creada por el Consejo Nacional
de Educación. Punta Alta era un modesto caserío surgido alrededor de la Base
Naval, un campamento de obreros devenido en pueblo, con calles de tierra e iluminación
a querosén. Era una aldea oscura, pues cuando la municipalidad proveía un
farol, la edificación ya había medrado como para volverlo insuficiente. Punta
Alta apenas tenía trece años de existencia y era una delegación del partido de
Bahía Blanca.
Aquel histórico edificio escolar era una
propiedad cedida por el vecino Manuel Pichel Carracedo, y se emplazaba en 25
de mayo 646.
Las cosas nunca fueron fáciles para
Esther, y esta oportunidad no sería la excepción. Era bella y frágil, muy
menuda, de tez blanca y ojos azules, y aunque gozaba de un excelente humor y modales
amorosos, rara vez sonreía. Tenía un modo de hablar muy dulce y suave, pero
firme. Era una mujer preparada para la lucha.
La puesta en marcha de sus actividades
no pudo ser inmediata. La superioridad demoró hasta julio el envío de los
bancos, muebles y material didáctico necesarios. Pero el 4 de agosto, con la
presencia de 119 alumnos, el curso escolar fue inaugurado. Primer día de clases.
En los meses previos, Esther junto a su hermana Clorys, como auxiliar, había
fatigado las polvorientas calles y, casa por casa, había inscripto a los niños.
Primero, había tenido que convencer a los mayores de la importancia de la
lecto-escritura para la formación y el futuro de sus hijos. Aquella fiesta
fundacional, era toda obra suya.
Esther sufría asma y el clima de nuestra
región no era nada favorable para su dolencia. En 1913 fue trasladada a la
localidad de Capitán Sarmiento, a continuar su lucha educadora. Al partir, la
Escuela Nacional 99 tenía tres secciones de grado y 247 inscriptos. La semilla
había germinado y ahora crecía con fuerzas propias. En otras ciudades y
poblaciones, la señorita Cresci, repitió su proeza levantando escuelas de la
nada e incorporando centenares de niños a la educación. Afortunadamente, no fue
la última vez que estuvo entre nosotros.
Cuando la Escuela Nacional 99 de Punta
Alta cumplió su vigésimo quinto aniversario, Esther fue invitada para recibir
su merecido homenaje. Lo hizo como la señora de Tesón, pues en 1919 se había
casado con Máximo Fermín Tesón. Un apellido más que apropiado para una
luchadora sin descanso. El 4 de agosto de 1936 vivió una hermosa fiesta donde,
sobre un escenario, recordó con palabras llenas de emoción, los primeros años
de la escuela. Ella era testigo y artífice. El 9 de agosto , el personal
docente en pleno, las comisiones cooperadoras y de exalumnos, organizaron una
comida de camaradería para darle nuevas muestras de afecto y despedirla. En el
pergamino que le obsequiaron, entre todas las firmas, se destacaba la de María
Luisa Tonelli de Peña, directora del establecimiento desde 1919. Estos
reconocimientos se repitieron el 4 de junio de 1961, para el cincuentenario, ya
instalados en el espléndido y actual edificio de Luiggi y Passo. Punta Alta,
gracias a Dios, no olvidaba a la noble pionera.
La familia Tesón en pleno fue dueña de
grandes cualidades intelectuales y virtudes ciudadanas, dejando a su paso importantes
obras como testimonio. La señora Esther Cresci de Tesón continuó con su
apostolado docente hasta 1943, año en que se jubiló. Como en el caso de Punta
Alta, tuvo que volver una y otra vez a las escuelas de la provincia para recoger
las muestras de gratitud de comunidades enteras.
Su vida culminó en Londina, Brasil,
donde uno de sus hijos era profesor universitario. Tenía una casa edificada
sobre un cerro desde donde veía toda la ciudad. Gozó de una lucidez privilegiada, recitando de memoria los poemas que su marido le había escrito en la
juventud. El 17 de septiembre de 1990, a los 104 años, cerró los ojos para
siempre. Por su mente, como un relámpago, debe haber cruzado la imagen de aquella
joven de veinte años, en medio de las inhóspitas calles de un caserío que
comenzaba a ser Punta Alta, llamando a las puertas de los niños para enseñarles el camino hacia el aprendizaje.
Fuentes: Gran Álbum de Punta Alta 1898-1941
elquilmero.blogspot.com
Sr.Fernando Tesón, nieto de Esther.
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