sábado, 15 de octubre de 2016

El día que “la galera” de los Emiliozzi pasó por Punta Alta.

La célebre galera de los hermanos Emiliozzi, en un cuadro de Alberto Guerrero.

1-Autos con nombre propio.

La empanada de Jorge Pena  rumbo a Punta Alta el 9 de junio de 1963. Fue uno de los siete pilotos que completó el circuito.

Hubo una momento en que los autos tuvieron nombre propio, ó mas bien apodos, como las personas; la galera, la empanada, el cuadrado, la coloradita, el ratón escandaloso, la negrita, el tractor, la barracuda, el trueno naranja, la bomba, la garrafa, el petiso y la liebre son algunos ejemplos. Iban invariablemente asociados a apellidos casi heroicos: Emiliozzi, Pena, Cupeiro, Peduzzi, Bordeu, Casá, Pairetti, Bonanno,  Vianini, Estéfano, Copello, Gradassi, Ternengo y muchos más que, injustamente, estoy olvidando ahora. Los años 60 y el turismo de carretera apasionaban a los fanáticos argentinos del mismo modo que los colores del fútbol ó la política.
Los niños de los sesenta nos divertíamos con prototipos en plástico de estas maravillas mecánicas de la carretera. Recuerdo que, convenientemente, los rellenábamos de masilla para que tuvieran el peso adecuado que les daba velocidad y sustentación. Algunos usaban plomo, pero este material en demasía provocaba vuelcos indeseados. El escenario de nuestras competencias era el cordón de la vereda, desde el almacén “El 43”, en Bernardo de Irigoyen al 1100,  hasta la esquina de la calle Uriburu. El enorme galpón de locomotoras del ferrocarril y su centenario eucalipto, eran testigos  de estos campeonatos que, en escala, remedaban las grandes carreras que eran tapa de las revistas especializadas “El Gráfico” y “Corsa” entre otras.
En su medida, junto a la radio que transmitía las fechas de cada circuito, en las reuniones en el bar ó alrededor de la mesa de los asados domingueros, los mayores también participaban de esta pasión, alentando y aplaudiendo. Todos éramos “los Emiliozzi” y queríamos manejar “La Galera”.


Héctor Ruppel en Ciudad Atlántida, en pos de la primera vuelta, al cabo de la cual abandonó.

2- Una pasión con historia.

La mítica galera volando sobre los caminos.

El advenimiento del automotor como medio de transporte en los inicios del siglo veinte trajo aparejado el interés por sumarlo a las actividades deportivas. Juan Cassoulet, pionero de las competencias mecánicas, fue el primero que unió por “amor a los fierros” Bahía Blanca con Buenos Aires en 1905.
En 1913 se realizó una carrera en el Circuito de Saldungaray, con 15 competidores sobre un trazado de 92 kilómetros. Fue la primera en nuestra región. Más tarde el Automóvil Club Argentino organizó una competencia con un circuito que comprendía Bahía Blanca, Dorrego y Tres Arroyos. En estas actividades iniciales no sólo hubo podio con laureles, también se produjeron los primeros accidentes con pérdida de vidas.
En 1925 en Tornquist y Coronel Suárez se repitieron las carreras con disímiles resultados. No había circuitos aptos, el clima del sur no ayudaba y las máquinas adolecían de falencias. Tampoco los pilotos estaban convenientemente entrenados. La actividad estaba en su estadio preparatorio.
En 1933 el Automóvil Club Argentino incorporó nuevos destinos a sus trazados, reuniendo el norte, el centro y el sur del país.  Bahía Blanca y sus alrededores ya aparecían en los planos de los circuitos. En 1947 se fundó el Automóvil Club de Bahía Blanca que organizó las Mil Millas Argentinas. Entre los corredores participantes estuvieron los puntaltenses Aurelio Muñiz acompañado por Salvador Ilacqua. En 1948 y 1949 tuvo destacada intervención Francisco Palma, vecino de Bajo Hondo, en competencias de Fuerza Limitada disputadas en el Parque de Mayo.
En 1950 comenzó a sobresalir en motociclismo Héctor Santos Ilacqua con Norton Internacional aunque luego actuó meritoriamente en automovilismo. En 1951 , en categoría de Fuerza Limitada, se lució el piloto de Bajo Hondo Mariano Zweedich. Promediando la década del cincuenta El Automóvil Club de Bahía Blanca ya contaba con sede propia.
La década del 60 marca la explosión del deporte mecánico con el surgimiento de nombres estelares, entre ellos los hermanos Dante y Torcuato Emiliozzi.

Armando José Ríos Campos en una de las siete vueltas del 9 de junio de 1963. Obsérvense las bicicletas, las cámaras de fotos, las gorras de los uniformados, la multitud tratando de tener una buena perspectiva del pasaje de los autos.

3-Los magos de “la galera”


La galera, auto original que perteneció a los hermanos Emiliozzi en el Museo Municipal Hermanos Emiliozzi de Olavarría.

La galera era una cupé Ford con motor Ford V8 59 AB con válvulas a la cabeza. Fue preparada por los Emiliozzi con el objetivo de competir en el Turismo de Carretera. Era grande y esbelta. En 1963 batió el récord de velocidad en ruta al superar los 200 kilómetros horarios.
El auto contaba con una “tenida” excepcional, doblaba a la perfección, tenía un freno parejo y viajaba muy derecho en las rectas. Esto no era común en el turismo de carretera, sobre todo al alcanzar altas velocidades. Los Emiliozzi, durante 17 años, modificaron el motor y la carrocería de la galera varias veces, sin perder nunca la elegancia de las líneas y la efectividad de la respuesta mecánica. Estuvo pintada en dos tonos de celeste, luego de rojo, de blanco y negro y finalmente de rojo y azul que es como casi todos la recuerdan.
Tanto Torcuato como Dante nacieron en Buenos Aires en el seno de una familia de inmigrantes italianos. Se mudaron a Olavarría donde el padre estableció un taller de reparación de autos. Los muchachos Emiliozzi abandonaron sus estudios secundarios para trabajar en este rubro. A finales de los años 30 comenzaron su actividad automovilística. En Olavarría conformaron una escudería con gente de bien y con un alto espíritu deportivo.
De esta sociedad de voluntades surgió una máquina y un apellido que dio grandes triunfos y que son recordados hasta el día de hoy. Dante fue el piloto y Torcuato el acompañante en una dupla imbatible durante más de una década.
La célebre galera de los Emiliozzi, como un guerrero en reposo, se exhibe actualmente en el Museo Municipal Hermanos Emiliozzi de Olavarría. Allí podemos admirarla y recordarla devorando distancias de rutas y caminos hacia su glorioso destino.

Torcuato y Dante Emiliozzi junto a la galera. Los héroes y la heroína.

4- La Vuelta de Bahía Blanca. 9 de Junio de 1963.

Vicente Galluzzo y Angel Tomás Rienzi en plena puja. Esta foto es un testimonio maravilloso. Se ven los marinos en sus trajes de invierno, la gente trepada a la caja de un camión y muchos colgados de los carteles publicitarios. Puro TC.

El domingo 9 de junio de 1963 amaneció muy gris y muy frío en Punta Alta. Sin embargo había una misteriosa atmósfera, efervescente y muy cálida en contra de los termómetros. Desde muy temprano, una verdadera multitud se acordonaba alrededor de ciertas calles. Familias enteras con sus vecinos tomaban estratégico lugar en techos y terrazas. En la ruta, centenares de personas invadían las banquinas y se encaramaban temerariamente de los grandes carteles publicitarios. Había hombres, mujeres, niños, paisanos en bicicleta, señores de traje y corbata y hasta conscriptos con su típico uniforme de invierno. Radios, cámaras fotográficas y catalejos eran parte de los accesorios que manipulaban. Otros se acomodaban en reposeras con los equipos de mate en ristre. No faltó el humo de algún asado a la vera de la carretera.
Es que a las nueve de la mañana arrancaba el Primer Premio Isaura de Automovilismo, llamado La Vuelta de Bahía Blanca y, para regocijo de nuestra ciudad, cruzarían siete veces por nuestras calles. El trazado que se estableció arrancaba en la vieja ruta 3, a la altura de lo que es hoy el Aeropuerto; pasaba por Grumbein, hacía una “ese”en el paso a nivel de la entrada a la Base Espora y empalmaba la 229 para acceder a Punta Alta. Lo hacía por Avenida Colón, bordeando las rejas de la Base Naval, hasta calle Villanueva.
Recorría entera esta arteria de ochocientos metros hasta el paso a nivel de Espora; de aquí apuntaba las cuatro cuadras de calle Saavedra hacia le plazoleta Moreno para conectar con la ruta 249. La calle Villanueva ya estaba edificada sobre la vereda par, pero la calle  Saavedra lo estaba en ambas veredas con el peligro que esto significaba, dado la angostura de las calzadas y la gran afluencia de público, con autos lanzados a un promedio de 180 kilómetros por hora.
Recuperaba la ruta 3 pasando por Bajo Hondo en un trazado que tenía la apariencia de un gran triángulo con una extensión de 83,800 kilómetros. El total de la competencia, realizadas las siete vueltas, era de 586,6 kilómetros. Una distancia importante.
Se inscribieron 39 corredores entre los cuales estaba el puntaltense Héctor Santos Ilacqua representando a nuestra ciudad con su cupé Ford número 36. Lamentablemente, nuestro piloto fue uno de los 13 que no largaron. Cuatro competidores no alcanzaron a completar la primera vuelta, tres abandonaron con una vuelta cumplida, dos con dos, dos con tres, dos con cuatro y solamente siete completaron todo el recorrido. Ellos fueron los hermanos Emiliozzi, Vicente Galluzzo, Antonio Oscar Tempone, Armando José Ríos Campos, Juan Carlos Pena, Carlos Alberto Pairetti y Nello Marsilli.  Se especulaba previamente que los autos se moverían a un promedio de 180/185 kilómetros por hora por el tema del circuito callejero-urbano, sin embargo llegaron a los 190. Los Emiliozzi ganaron con un registro final de más de siete minutos de ventaja sobre el segundo, que a la postre fue el marplatense  Tempone. Una gran diferencia que habla de una verdadera supremacía. Es de destacar que la partida fijada para las nueve horas, debió postergarse por quince minutos ante el inesperado pasaje de un tren de carga por el paso a nivel de Grunbein. Esta era una contingencia común en la categoría.
Actuaron Delfor Tomasoni como comisario deportivo, Eduardo Capart como cronometrista y Felix Armaiz como oficial deportivo. A las 9.15 horas largó el número 1 de los Emiliozzi, haciéndolo el resto de los inscriptos con intervalos de 20 segundos entre cada máquina y por orden numérico. A las 9.27 horas habían partido todos. Los Emiliozzi lideraron todas las vueltas, salvo la tercera en la que punteó J.J. Morán con el Chevrolet número 5. Luego de tres horas y 49 minutos, la carrera del siglo en Punta Alta había finalizado.

La galera en acción el 9 de junio de 1963. Siete veces cruzó las calles de Punta Alta ese medio día.

Conclusión.


La cupé Ford de Héctor Santos Ilacqua. Ese día en Punta Alta la suerte no lo acompañó, pero tuvo a lo largo de su trayectoria dignísimos desempeños.

Eduardo Rabbione en una de las tres vueltas que duró su actuación. El auto número 17 también emocionó a los puntaltenses.

Punta Alta se destacó en fútbol, atletismo, básquetbol, boxeo, ciclismo y no le fue en menos a la hora de subirse a un auto. Nuestro piloto Héctor Santos Ilacqua no tuvo fortuna en este premio, pero se desempeñó con mucha dignidad en competencias posteriores, en varios escenarios y enfrentando a monstruos del turismo de carretera. En su célebre cupecita Ford pintada de verde llevaba, en el parabrisas, la leyenda “Punta Alta- Puerto Belgrano”
José Moscoso fue otro corredor local que se destacó conduciendo una cupé Ford que adquirió al malogrado corredor tresarroyense Segundo Taraborelli. Nuestro piloto, según los memoriosos, introdujo la novedad de usar intercomunicadores con su acompañante, mediante dos cascos de combate aeronaval Panther adaptados. Moscoso también  fue propietario de otro auto histórico, la cupé Chevrolet 400 de Sergio Boscher protagonista de épicas batallas. Se comentaba que esta fue la primera cupé de cola trunca que participó en el turismo de carretera, antes que la Chevrolet F-100  de Ricardo Bonnano.
Además nos representaron en distintas épocas Jorge Ivaldi con un Torino y una cupé Dodge, Aurelio Muñiz con un Ford Plymouth, José Luis Pefaure con Chevrolet, Juan Gatius con Ford  y Alberto Palma de Bajo Hondo, al igual que Ivaldi con una cupé Dodge.
Aquel día de fiesta mecánica no volvió a repetirse en nuestra ciudad. En la Vuelta de Bahía Blanca de 1967 hubo que salir a la ruta para ver pasar los autos de los ídolos. El trazado tocó Calderón, Bajo Hondo y Paso Mayor, localidades de nuestro partido alejadas del  centro. Sin embargo, muchos recuerdan todavía aquella jornada de junio de 1963, cuando la galera de los hermanos Emiliozzi cruzó a 190 kilómetros por hora delante de nuestros ojos, frente a la ventana de nuestras casas, y nos dejó un inolvidable olor a bulones engrasados y nafta, un ronco rugido de motores y un refucilo de colores rojo y azul. Su imagen fue devorada por la fugacidad del momento, pero su recuerdo de medio siglo no termina de pasar.


Hermosa toma de la Galera. La guerrera en reposo.
 
Una tapa del Gráfico dedicada a la galera y a los hermanos Emiliozzi.


Antonio Oscar Tempone, su Ford, y su segundo puesto.
 
Carlos Alberto Pairetti. Otro piloto que completó las siete vueltas. Empleó 3 horas y 23 minutos.


Para cerrar el artículo qué mejor que esta vista de la galera junto a uno de sus tantos trofeos.





5 comentarios:

  1. Los ví pasar por el paso a nivel de Villanueva y Espora. Un recuerdo de mis cinco años en ese día gris en verdad, pero con el color aportado por esos domadores de caminos.

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  2. Esa es la intención. Recuperar recuerdos. Movilizar memorias. Gracias por el comentario.

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  3. Garza, yo también estaba ahí cuando pasaron. Hoy tengo 61 años y tengo el recuerdo vivo de aquellos verdaderos titanes del camino, hombres de coraje y muñeca excepcional. Vivía en Ciudad Atlántida en la calle Saavedra y recuerdo lo mismo que vos... "aquellos días grises del TC"

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  4. Me parece que algo falta, yo vi una carrera de Turismo Carretera, cuyo circuito era el mismo pero giraban al reves del contado acà , recuerdo que en la ese que habìa bastante antes de Grumbein volcò el Pampeano Cachi Castaño y creo que hubo algùn muerto y antes como en el año 48 paso un Gran Premio que venian por el viejo camino de tierra paralelo a la via subian el paso a nivel del Gaucho y por Irigoyen hasta Colon donde se dirigian hacia Bahia.

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  5. Excelente reseña, presencie esa carrera de 1963 frente al Parque Sarmiento ,por ahi pasaban los gringos con todo en direccion a Villanueva,la volvi a ver al año siguiente sin los Gringos, que habian sido invitados por la Ford y fueron a la fabrica en EEUU: Gano Bordeu en esa ocasion .

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